«Al llegar al juzgado, me asaltó la misma sensación de siempre. Parecía mentira que la justicia se impartiera desde aquella precariedad, con tan poco empaque, de forma, en fin, tan menesterosa. La gente apelotonada en los pasillos, los expedientes a la vista, amontonados de mala manera, los funcionarios siempre desbordados».
Una forma muy gráfica de exponer la realidad. Me he fijado más en lo que se deduce que falta, pues hemos pasado de los Palacios de Justicia, imponentes, al asco. De los grandes Hospitales, monumentos en tantos lugares, a la impersonalidad. ¿Cómo vamos a respetar a quien anda entre suciedad, a quien recibe sin un sitio decente para sentarse, a quien está desbordado?
Así es. Ahora solo tienen grandes despachos los altos ejecutivos de los bancos (a los que rescatamos), los políticos y los jefes autonómicos que siguen sin enterarse de que son nuestros empleados, a nuestro servicio.
Todo está al revés y se debería empezar por darle la vuelta.
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El fragmento corresponde a la novela de Lorenzo Silva «La marca del meridiano», premio planeta 2012.
Viñeta de JR Mora.