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¿Es malo el afán de lucro?

Los conceptos del «ánimo de lucro» y del «sin ánimo de lucro» suelen ser mal interpretados y generan confusión.

En el ya famoso caso Urdangarín se han dado motivos para todo tipo de comentarios, pero también para muchos errores y mentiras. Por ejemplo, han sido muchos los titulares de prensa que se referían a la «fundación Instituto Noos» cuando resulta que no existe tal fundación sino una sociedad limitada y una asociación, ambas con esa denominación. Podríamos decir que también se han dado «gansadas» como que se le acuse por el fiscal de “un afán desmedido de lucro”. Una estupidez más. Es como si vivieran en otro mundo.

Los bancos se mueven por ese mismo afán, y las empresas, y los taxistas, y los profesores, que se montan sus clases particulares, sus academias privadas, llevados por el afán desmedido de lucro. Mercadona se mueve por afán de lucro. Y quienes en las denominadas ONG no intenten obtener beneficios, se hunden, y dejan de ayudar.

Como dice mi amigo Suso, “Gente desinteresada, desinteresada de verdad, se pueden contar con los dedos de la oreja”. Yo también tengo un afán desmedido de lucro… lo que pasa es que no me dejan darle rienda suelta, si no, de qué… ¿Y quién me impide dar rienda suelta a esos afanes?, pues los mismos que a los bancos, a los empresarios y a cada quisque: el mercado es el que me limita mis ganancias, y las de cualquiera, pero no la voracidad que tenga uno.

Y contra la expresión afán de lucro, surgió la del “sin ánimo de lucro”, que como tal no existe y por eso se define como el mero hecho de que “si hay beneficios” no se reparte entre los patronos (en la fundación) o entre los directivos (en la asociación). Es decir que en España, por poner un ejemplo, la inmensa mayoría de las sociedades limitadas son sin ánimo de lucro pues no se reparten beneficios.

En conclusión: es la oferta y la demanda, no mis sentimientos las que hacen que yo gane lo que gano. Como escribiera Adam Smith “Debes tu comida diaria al egoísmo de tu carnicero, de tu panadero y de tu cervecero, no a su buen corazón…”.